CUANDO LA CIENCIA RECHAZÓ A DIOS
Por Ariel A. Roth
Cuando Colón zarpó hacia el oeste en 1492 tenía la esperanza de llegar a las costas de las Indias Orientales. Se basaba en la convicción de que la Tierra era esférica y que por lo tanto un barco que navegase hacia el oeste tarde o temprano llegaría al lado oriental del planeta. En Salamanca, durante un encuentro religioso, los líderes eclesiásticos argumentaron en contra de sus ideas advirtiéndole que la Tierra era plana y que si iba hacia el oeste caería en un abismo. Colón zarpó a pesar de las advertencias, y llegó a las costas de América. Este descubrimiento fortuito abrió las puertas al Nuevo Mundo. En esta historia hay muchas invenciones.
Es verdad que Colón creía que la Tierra era una esfera y que si uno navegaba hacia el oeste de Europa, llegaría al este. Sin embargo, el gran error en esta leyenda tan repetida es que los líderes religiosos hayan afirmado que la Tierra era plana y hayan tratado de impedir ese viaje.
Es un mito que durante la Edad Media los líderes religiosos hayan propagado la teoría de la Tierra plana. Varios escritores son culpables de haber creado y atribuido a la iglesia este engaño. Al comenzar el siglo XIX, el popular autor norteamericano Washington Irving se tomó la libertad de combinar datos históricos con ficción, y describió a los líderes religiosos asediando a Colón en la famosa reunión de Salamanca. Según él, le dieron una lista de autoridades que apoyaban la idea de la Tierra plana. No se debería tomar en serio este relato dado que después de haberlo investigado, queda claro que es ficticio. Según los registros históricos, en ese encuentro se expresaron dudas respecto a que Colón viajase demasiado lejos, pero no se mencionó nada acerca de que la Tierra fuese plana.
Quizás el mayor responsable de diseminar el mito fue John Draper, un médico que se dedicó a la investigación científica y llegó a ser presidente de la escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York. Aun cuando su padre era un ministro metodista, él tenía una postura anti-religiosa. Cuando murió su sobrino de ocho años, su hermana le dejó una copia de un libro de oraciones lo cual produjo tanto disgusto a Draper, que la echó de la casa. A raíz de esto ella permaneció alejada de su familia y se unió a la iglesia católica que su hermano menospreciaba. En 1873, Draper publicó Historia de los conflictos entre la religión y la ciencia. El libro tuvo tanto éxito que solo en Estados Unidos se lo reimprimió cincuenta veces a lo largo de cincuenta años y fue traducido a innumerables idiomas en tiempos en que la controversia entre la ciencia y la Biblia era fulminante. Hacía poco que Darwin había publicado El origen de las especies mediante la selección natural, obra que abogaba fuertemente a favor de la evolución. Aunque Draper sabía que algunos eruditos de la Edad Media creían que la Tierra era esférica, presentó la idea de que los teólogos atacaron a Colón en Salamanca.
Posteriormente, Andrew Dickson White, presidente de la Universidad Cornell, publicó A History of the Warfare of Science With Theology in Christendom. En esta obra se refiere a la teoría de la Tierra plana como fuente de “terror entre los marineros, siendo uno de los obstáculos principales en el gran viaje de Colón”. Al comentar esto, el historiador Jeffrey Burton Russell señala: “Lo curioso es que White y sus compañeros terminaron haciendo aquello de lo que acusaban a los líderes religiosos, concretamente, crear una serie de informaciones falsas por el hecho de consultarse entre sí en lugar de presentar evidencias”.
Muchos otros autores han contribuido al mito de que el cristianismo introdujo el concepto de la Tierra plana antes o durante la Edad Media. Este supuesto se incorporó a libros de texto y enciclopedias. Por suerte hay indicios de que se hará una rectificación. El cliché de la “Tierra plana” aún prevalece y ha llegado a ser sinónimo de ignorancia, un pasado despreciable y una religión equivocada. La leyenda sirve para que los escépticos tengan un punto del que asirse y afirmar que ellos están en lo correcto y que no se debería confiar en la religión. Este tipo de acusaciones se convirtieron en un arma útil y poderosa para adular a la ciencia e intentar demostrar su superioridad en relación a las creencias religiosas. Aunque la iglesia ha cometido muchos errores, el concepto de la Tierra plana no fue uno de ellos. Esta falacia se generó en el tiempo en que la ciencia se estaba independizando de la autoridad religiosa.
La religión y los pioneros de la ciencia moderna
Casi todos los fundadores de la ciencia moderna (Kepler, Galileo, Boyle, Newton, Pascal, y Linnaeus, por nombrar algunos) creían fervientemente en la Biblia. En sus publicaciones científicas mencionan muchas veces a Dios y su papel en la naturaleza. No veían ningún conflicto entre el Creador y sus investigaciones porque creían que Dios había creado las leyes de la naturaleza y había hecho posible la ciencia.
Sir Isaac Newton (1642-1727), uno de los científicos más destacados de todos los tiempos, hizo mucho más que cualquier otra persona para liberar a la ciencia de las especulaciones y el bajo grado de autenticación que prevalecían en su época. Su tratado fundamental Principia fue elogiado por el académico francés Laplace. En ese trabajo Newton comenta: “Este sistema del todo hermoso compuesto por el Sol, los planetas y los cometas solo podría provenir del consejo y domino de un Ser inteligente y poderoso”. Newton era asiduo lector de la Biblia y escribió extensamente acerca de las profecías de Daniel y Apocalipsis. Su vida ejemplifica claramente las ventajas de combinar la ciencia con una creencia sólida en Dios.
Johannes Kepler (1571-1630), trabajó en Praga; desarrolló tres principios conocidos como las leyes de Kepler que han sobrevivido casi intactas hasta nuestros días. Al igual que Galileo (1564-1642), afirmaba que había una estrecha relación entre Dios y las matemáticas de la naturaleza y como Newton, también escribió sobre la vida de Cristo. La reverencia que tenía hacia Dios se percibe cuando escribe en un contexto casi de oración: “Si he actuado impetuosamente por haberme sentido atraído a la hermosura de tus obras, o me he gloriado entre los hombres mientras realizaba trabajos que son para tu gloria, con tu dulzura y misericordia, perdóname. Y por último, haz que todas estas demostraciones puedan servir para ensalzar tu gloria y la salvación de las almas y que no sean ningún obstáculo para eso. Amen”.
La ciencia rechaza a Dios
En contraste con Kepler y Newton, la ciencia actual se encuentra en una matriz intelectual muy diferente respecto a Dios, inmersa en una postura marcadamente materialista (también llamada naturalista o mecanicista) en la que no hay lugar para Dios en su repertorio explicativo. No sería científico incluirlo. Dicho claramente: La ciencia se ha redefinido a sí misma y ha expulsado a Dios. El reconocido biólogo de la universidad de Harvard, Richard Lewontin comenta en forma franca: “No es que los métodos y las instituciones de la ciencia nos obliguen a aceptar una explicación materialista del mundo fenomenológico, sino por el contrario, nosotros estamos forzados por nuestra adherencia a priori a las causas materiales a crear un aparato de investigación y una serie de conceptos que producen explicaciones materialistas sin importar que vayan en contra de la intuición, sin importar qué tan místicas sean para el que no ha sido iniciado. Más allá de eso, el materialismo es un absoluto y no podemos dejar que un pie divino traspase la puerta”.
La ciencia ha colgado un letrero dirigido a Dios que dice: “PROHIBIDO ENTRAR”. El biólogo Scott Todd de la Universidad de Kansas, EE. UU. escribió para la prestigiosa revista Nature: “Aunque todos los resultados indiquen que hay un diseñador inteligente, una hipótesis tal queda excluida de la ciencia porque no es naturalista”. A Dios se lo excluye prácticamente por completo de libros de texto y publicaciones científicas. Lamentablemente esta actitud tan cerrada impide que la ciencia interprete los resultados y deje que ellos guíen hacia donde sea. La ciencia no puede evaluar la evidencia acerca de Dios si al mismo tiempo está siendo excluido de las posibles opciones.
¿Cuándo comenzó la ciencia a rechazar a Dios?
El cambio fue gradual. Durante los siglos XVII y XVIII, mientras que la ciencia moderna se estaba desarrollando en el mundo occidental, la creencia en Dios y la Biblia era abrazada por la mayoría de los científicos. Este convencimiento comenzó a desaparecer a medida que el materialismo cobraba fuerza. Filósofos y escépticos tales como Hume, Voltaire y Kant influenciaron en forma marcada la perspectiva de la humanidad durante el así llamado “Siglo de las luces”. Al albor del siglo XIX, algunos científicos comenzaron a sugerir ideas relacionadas a la evolución y largos períodos geológicos. Esto estaba en clara oposición al informe del Génesis donde se presenta una creación reciente y un diluvio, así también como los Diez Mandamientos en que Dios expresa claramente que completó la creación en seis días.
El libro de Darwin El origen de las especies se sumó a las tensiones prevalecientes dado que sugirió un mecanismo que prescindía de Dios. Al comienzo el libro fue recibido con mucho escepticismo, pero no pasó mucho tiempo hasta que teólogos y científicos se plegasen a esta postura.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, los científicos siguieron borrando a Dios de las interpretaciones científicas. El sentimiento general era darle la espalda a lo espiritual, e historias como la de la Tierra plana contribuyeron al desprecio de la religión. A medida que se publicaban todo tipo de descubrimientos maravillosos, la ciencia comenzó a tener más poder y aumentar en prestigio. No tardó mucho hasta que los científicos comenzaron a ver a su disciplina como superior a cualquier otra cosa. Se postularon explicaciones materialistas para prácticamente todo, y por lo tanto, no había más necesidad de Dios. De hecho, la iglesia había estado tan equivocada en el pasado, que su influencia y su Dios debían ser descartados. Esta idea prevalece hasta el presente. Incluso insinuar de que podría haber algún tipo de diseñador inteligente que ideó las complejidades presentes en la naturaleza –tal como lo plantea el movimiento de Diseño Inteligente– es rechazado categóricamente por los líderes de la comunidad científica. La ciencia se ha encerrado a sí misma en una prisión secular que restringe su capacidad para encontrar la verdad.
Problemas para la ciencia debido al rechazo de Dios
Si la ciencia hubiese logrado explicaciones convincentes en respuesta a las preguntas más profundas acerca de los orígenes, se podría considerar más seriamente el rechazo que hacen de Dios. Sin embargo al observar la naturaleza notamos que hay aspectos mayores que parecen requerir un diseñador muy perceptivo. Algunos ejemplos son:
1. ¿Cómo se logró organizar por sí sola la materia en átomos extremadamente complicados y versátiles que pueden formar todo tipo de cosas, desde cerebros hasta galaxias y pueden generar la luz para que podamos ver?
2. ¿Cómo fue posible que las cuatro fuerzas de la física pudieron tener los valores, la precisión y el campo de acción exactamente necesarios para que el universo exista?
3. ¿Cómo es posible que surgiesen por sí solas las formas de vida más simples -que a pesar de ello son bien complejas- en una tierra desierta?
4. ¿Cómo es posible que a partir de simples mutaciones al azar, surgiesen rasgos que requieren partes interdependientes, tales como los intrincados sistemas oculares que permiten el autoenfoque y exposición? La mayoría de las mutaciones son perjudiciales o no presentan ninguna ventaja, por ello es imposible que planeen por adelantado con el fin de favorecer el diseño de órganos complejos.
5. Los miles de millones de años que se postulan como necesarios para una evolución lenta de los seres vivientes en la tierra no son suficientes si se tienen en cuenta las improbabilidades y se incluyen los cambios moleculares requeridos, y las tasas de reproducción lentas de los organismos avanzados.
6. El registro fósil revela la aparición repentina de grupos mayores de seres, más que un proceso largo y gradual de evolución. Se ha sugerido la existencia de algunos intermediarios evolutivos que son similares a otros organismos, pero siguen faltando pruebas de los orígenes de los grupos mayores.
7. La ciencia aún no ha encontrado explicaciones plausibles para fenómenos de la mente tales como conciencia, entendimiento, moralidad, apreciación de la belleza y significado de nuestra existencia.
Lamentablemente para la postura secular de la ciencia, las complejidades y precisión de una serie de descubrimientos científicos hacen que las explicaciones mecanicistas que excluyen a Dios sean mucho menos sostenibles hoy que cuando la ciencia eliminó a Dios hace más de un siglo. El rechazarlo es probablemente el error filosófico más grande de la comunidad científica.
¿Por qué?
La extrema complejidad de la psicología y sociología de la comunidad científica excluye explicaciones definitivas. Sin embargo, existen algunas ideas respecto a por qué la ciencia rechaza actualmente a Dios. Uno puede argumentar lógicamente, que la especialidad de los científicos es el estudio de la naturaleza y que se sienten mucho más cómodos en esa área que estudiando a un Dios inescrutable. Sin embargo, este argumento pierde su validez cuando consideramos la libertad que se toma la comunidad científica para especular sobre ideas realmente disparatadas acerca de otros universos o de organismos que hubieran existido hace millones de años.
El hecho que la ciencia esté dispuesta a especular sobre todo tipo de cosas imaginarias pero no permite incluir lo sobrenatural en las interpretaciones científicas denota que hay un marcado sesgo en contra de Dios.
Una de las posibles razones de ese rechazo es el orgullo de los científicos, que aumenta como resultado de un emprendimiento exitoso y autónomo. Otra razón puede ser la libertad personal que ofrece un universo sin sentido, donde no es necesario rendir cuentas a Dios. Además, existen razones sociológicas: actualmente los científicos están bajo una gran presión antirreligiosa, impuesta por los líderes de dicha comunidad. Si alguien incluye una leve sugerencia acerca de Dios en sus interpretaciones, es muy probable que la comunidad científica y académica la rechace y aunque muchos creen en Dios,11 no se animan a publicar algo que lo incluya.
Es necesario destacar que los esfuerzos de la comunidad científica han producido muchas cosas buenas y que la mayoría de los científicos son honestos y nos proveen una cantidad de información nueva y fascinante, como también descubrimientos útiles. Tampoco deberíamos olvidar que hay una ciencia buena y otra mala y que a nosotros nos corresponde identificarlas.
En la ciencia existe una tendencia secular muy marcada. Recordemos también que todos cometemos errores y que se han perpetrado muchos daños bajo el estandarte de Dios y del cristianismo. En el gran conflicto entre la ciencia y lo divino, el cristiano siempre debe esforzarse para reflejar el carácter de Dios adoptando la actitud perdonadora y una perspectiva redentora.
El veredicto
La ciencia se ha redefinido; actualmente se impone una extraña combinación del estudio de la naturaleza y una filosofía secular que excluye a Dios. Esto no constituye una búsqueda sincera de la verdad en la cual uno sigue los resultados hacia donde nos guíen. La libertad académica está comprometida. El hecho de excluir a Dios ha llevado a errores tales como la teoría general de la evolución que ha permeado el pensamiento. Ojalá que la ciencia preste más atención a los descubrimientos recientes relacionados a la extrema complejidad y precisión de la naturaleza, que subrayan la necesidad de un Dios. El conocimiento debería dar marcha atrás para recuperar la apertura que tenía cuando los pioneros de la ciencia moderna permitieron que Dios estuviese presente en las interpretaciones científicas.
Ariel A. Roth (Ph.D., University of Michigan) fue director del Geoscience Research Institute ye editor de Origins. Escribió más de 150 artículos para revistas científicas y generales.
Fuente del artículo: http://dialogue.adventist.org/es/1586/cuando-la-ciencia-rechazo-a-dios