UN DELFÍN MUTANTE PRUEBA QUE LA EVOLUCIÓN ES VERDAD… O QUIZÁ NO


 

Por Timothy G. Standish

El término “atavismo” –  del latín “atavus ” que aproximadamente significa antepasado – hace referencia a un rasgo que tenían los antepasados de un organismo, pero que no era evidente en sus padres. Esta clase de “retroceso” es un fenómeno normal en la cría de plantas y animales, donde un rasgo se puede ocultar durante varias generaciones antes de mostrarse de nuevo. Incluso en seres humanos no es infrecuente que los nietos muestren rasgos que exhibían sus abuelos y que no eran obvios en sus padres.

Charles Darwin indicó que algunos defectos de nacimiento, que él refirió como “monstruosidades”, eran atavismos evolutivos, llamándolos “reversiones” y explicándolos como saltos atrás a los rasgos perdidos durante la evolución de algún antepasado común hipotético. “[E]l principio de la reversión, por el cual una estructura perdida hacía largo tiempo es nuevamente rescatada a la existencia, podría servir como la guía para su desarrollo completo, incluso después del enorme lapso de tiempo.” Los ejemplos específicos de reversiones que él dio en seres humanos incluyen las pezones extras, los úteros malformados y los dientes caninos grandes.

Darwin distinguió esta clase de “reversión” a rasgos que aparecen más o menos desarrollados de una clase diferente de defecto de desarrollo que él creyó era el resultado de un desarrollo truncado. Darwin creyó en la equivocada representación de Ernst Haeckel del desarrollo embriológico como una recapitulación de la historia evolutiva de un organismo. De acuerdo con esta, él propuso que cosas tales como, “El cerebro simple de un idiota microcéfalo, dentro de lo que se asemeja al de un mono, puede en este sentido decirse que es un caso de reversión.” Al mismo tiempo, él sugirió que el interés común de los muchachos en subir a los árbones es una evidencia de su procedencia de los monos arborícolas. Según esta línea de pensamiento, si un organismo ha evolucionado a partir de un antepasado más primitivo, pasará a través de una etapa en el desarrollo en la que se asemeja al antepasado primitivo, y de esta manera, si se queda en esa etapa, se asemejará al hipotético antepasado, y de ese modo proporciona una evidencia de evolución.

Un problema importante con la tesis del desarrollo truncado de Darwin es que la idea de Haeckel de que la historia evolutiva se recapitula durante el desarrollo es simplemente incorrecta. Hay otros problemas lógicos con la idea general de que los defectos de nacimiento son atavismos y de que sean evidencia de la evolución. El primero es su lógica circular: un antepasado debe haber tenido el rasgo X porque el rasgo X aparece en sus descendientes, demostrando que el antepasado debe haber tenido el rasgo y así sirve como evidencia de la evolución y la existencia del antepasado hipotético. Además, el afirmar que las malformaciones son atavismos evolutivos es un ejemplo de la extrapolación injustificada que es incorrectamente interpretada como evidencia.

Hay también un problema con seleccionar y escoger la evidencia mientras se ignora evidencia contraria.. Por ejemplo, como  Darwin   reconoció, los pezones puede aparecer en lugares inesperados en los seres humanos, no solamente donde aparecen en los monos, perros y otros cuadrúpedos. Darwin incluso admite que “los mammae erraticae ocurren en otros lugares del cuerpo, como en la espalda, en la axila, y en el muslo; los mammae en este último caso produciendo tanta leche que alimentaron al niño con ellos. La probabilidad de que los mammae adicionales sean debidos a la reversión se debilita así mucho; sin embargo, todavía me parecen probables…“ Una interpretación más correcta de los inesperados pezones adicionales diría que son el resultado de una perturbación simple del desarrollo normal, y así evidencia de la elegancia del proceso normal, no como saltos atrás a los antepasados que tenían pezones en su pecho o estómago.

Otra consideración a tener en cuenta cuando se evalúan las explicaciones de las “monstruosidades” como atavismos evolutivos se resume en la ley de Dollo. Esencialmente esta ley de la biología evolutiva dice que es mucho más fácil desprenderse de algo de lo que es el contruirlo en primer lugar. De esta manera, una vez que se pierde la capacidad de hacer algo, la pérdida será permanente, aunque la pérdida verdaderamente permanente requiera una gran cantidad de generaciones. Si una mutación pequeña resultara en la pérdida de una estructura, como los pezones o dedos adicionales, entonces la selección natural ya no podría actuar sobre los elementos perdidos y, como consecuencia, cualquier codificación de la información debería ser un galimatías a medida que se acumulan las mutaciones en el ADN. La aplicación de la ley de Dollo al concepto de los atavismos evolutivos sugiere que no son posibles a menos que la mutación que causó la pérdida ocurriera muy recientemente y por azar hay una mutación que restaura la estructura antes de que el resto del sistema se pierda para futuras mutaciones. Si la ley de Dollo es cierta, los atavismos evolutivos son inverosímiles y la alternativa más simple y más obvia es la de que las monstruosidades de desarrollo son una interrupción en el curso normal del desarrollo.

Recientemente se ha presentado un caso de una criatura malformada como evidencia de la evolución. Es un delfín con cuatro aletas –  las dos aletas pectorales comunes y las dos aletas cerca de su cola. Esta criatura deformada capturada por unos pescadores japoneses pudo haber resultado de la contaminación del océano o algún otro factor que interrumpió el desarrollo normal. La mayoría de las noticias que se han divulgado sobre este delfín lo han presentado como evidencia de que los delfines se desarrollaron a partir de criaturas que viven sobre tierra seca.

¿Cómo podría esta deformidad particular ser una evidencia en apoyo del Darwinismo? Según el pensamiento evolutivo, los delfines y otros cetáceos descendieron de un antepasado común compartido con los hipopótamos, las vacas y otros mamíferos de pezuña hendida. Puesto que el hipotético antepasado común tenía cuatro piernas, los delfines deben haber perdido sus piernas traseras. Las aletas posteriores deben, según esta manera de pensar, ser un salto hacia atrás a las piernas posteriores ancestrales. Irónico nadie ha sugerido todavía que este extraño delfín con cuatro aletas esté nuevamente evolucionando dentro de una criatura terrestre, quizás tratando de escapar la contaminación en el océano.

Ocasionalmente algunos caballos presentan dedos del pie adicionales, por lo menos una ballena se ha divulgado con extremidades adicionales, algunas personas tienes dedos adicionales (Darwin también pensó que éstos podían ser atavismos evolutivos), los pollos puede tener piernas adicionales; y casi cada otra clase de deformidad del miembro ha ocurrido, incluyendo formas sin ninguna extremidad. Nadie interpreta que los miembros adicionales del pollo sean evidencia de que evolucionaron a partir de un ciempiés o que miembros humanos desaparecidos sean slatos evolutivos hacia atrás en la evolución humana desde los gusanos.

Las extremidades y los dedos, como otros órganos complejos, se desarrollan a lo largo de intrincadas rutas de desarrollo que implican gradientes de componentes químicos con nombres exóticos como “hedgehog sonic.” La alteración de estas elegantes rutas de desarrollo tiene como resultado la aparición de malformaciones. La alteración del desarrollo normal no sugiere que los miembros de alguna manera evolucionaran. Sin embargo, demuestra lo elegante y complejos que realmente son los mecanismos del desarrollo normal. Los delfines fueron diseñados para desarrollar solamente aletas pectorales. La alteración de ese exquisito diseño no es evidencia de que Dios no los creó, sino que es evidencia de lo que sucede cuando se corrompe el plan del dios.

 


Timothy G. Standish (Ph. D., George Mason University) es científico y trabaja en el Instituto de Investigaciones en Geociencia, Loma Linda, California, EE.UU.

 

Fuente del artículo: http://grisda.org/espanol/ciencia-de-los-origenes/ciencia-2005-2009/ciencia-de-los-origenes-oto-2006-%E2%84%96-72/un-delfin-mutante-prueba-que-la-evolucion-es-verdado-quiza-no