UNA VISIÓN CREACIONISTA DE LA DIVERSIDAD Y EL CAMBIO EN LAS ESPECIES


 

por L. James Gibson

 

Los organismos vivos muestran una sorprendente gama de variedad de formas, colores y planes corporales.

A pesar de sus diferencias, cada especie parece estar bien adaptada para algún rol particular en el esquema de la naturaleza.

¿Diseñó directamente el Creador cada minucioso detalle de cada organismo?

¿O los diseñó con la habilidad de cambiar a medida que cambia el medio ambiente?

Este trabajo explorará esta cuestión del cambio en las especies.

 

¿Cambian las especies?

No existen dos individuos de ninguna especie que sean idénticos en cada detalle. Algunas características son particularmente variables, como el tamaño, el color y las proporciones relativas de las extremidades. Las diferencias en sus biomoléculas no son tan obvias para el observador casual, pero los análisis bioquímicos a menudo muestran que son tan variables como los rasgos externos. ¿Son estas variaciones suficientes para explicar las diferencias en las especies? En algunos casos, la respuesta es sí. Las diferencias entre especies similares a menudo son similares a los tipos de diferencias entre individuos de la misma especie. Tales casos sugieren que las especies tienen la capacidad de cambiar y producir nuevas especies.

 

Evidencia experimental de que las especies cambian

La selección experimental provee evidencia adicional de que las especies tienen la capacidad de cambiar. Se han producido numerosas razas de animales y plantas domésticos a través de reproducción selectiva. Por ejemplo, tenemos perros de muchas variedades, que difieren en tamaño, color, largo del pelo, etc. Incluso la forma del cráneo cambia en diferentes razas. La diferencia en el tamaño y proporción del cráneo entre razas de perros es tan grande como aquella que existe entre algunos géneros de cánidos salvajes. Por lo tanto parece posible que las especies suficientemente diferentes como para ser clasificadas en diferentes géneros pueden haber tenido un antepasado común.

 

Las especies naturales sugieren que el cambio puede ocurrir

Las poblaciones naturales proveen evidencia adicional que las especies pueden cambiar. Muchas especies de animales que viven en ambientes aislados han perdido algo de información genética. La pérdida de la capacidad de vuelo es un ejemplo común. Varias especies de gallinetas no voladoras (flightless rails: marsh hens) se conocen de islas remotas aunque la mayoría de las gallinetas pueden volar. El cormorán no volador de las islas Galápagos se clasifica en un género separado. Otros órganos también pueden ser objeto de degeneración. Los peces ciegos de las cavernas del este de Estados Unidos han perdido la habilidad de ver. Ciertas lagartijas y salamandras tienen solo dos patas virtualmente inútiles, y algunas simplemente no tienen patas. Los ejemplos de degeneración entre los vertebrados comúnmente resultan en su clasificación en especies o géneros separados. Aunque de hecho nadie ha observado los cambios que condujeron a la pérdida de la habilidad de volar en ciertas aves, o la pérdida de extremidades en ciertos lagartos, es razonable suponer que estas especies han cambiado a partir de antepasados que sí tenían esas habilidades que ahora faltan en las especies que vemos hoy. Por lo tanto, podemos concluir que las especies han cambiado desde la creación original.

 

El proceso de cambio en las especies

El proceso por el cual cambian las especies es complejo, y solo parcialmente comprendido. La explicación tradicional ha sido que la descendencia con modificación ocurre a medida que los cambios en el ADN se acumulan a través del tiempo, gradualmente (aunque no necesariamente en forma continua) convirtiendo una especie existente o una población aislada de una especie existente en una nueva especie.

Aunque podemos ver que las especies cambian a través del tiempo, siempre ha existido un poco de dudas de que las diferencias morfológicas mayores que distinguen a los diferentes grupos taxonómicos puedan explicarse por la acumulación de relativamente pequeñas variaciones que se observan en las poblaciones vivientes. Se han buscado otras explicaciones, especialmente en el área de la genética del desarrollo. El conocimiento científico de la genética del desarrollo se está incrementando rápidamente, pero todavía no se entiende bien el vínculo entre los genes y la morfología. No se conoce ningún mecanismo que pueda explicar el origen de nuevos tipos de órganos o nuevos tipos de organismos. Por tanto, nos concentraremos en los mecanismos que se entiende razonablemente bien, aunque la variación que producen sea relativamente menor.

 

Factores genéticos en la variación

La información genética se almacena en moléculas de ADN, cada una de las cuales está compuesta de una doble hélice de unidades submoleculares conocidas como nucleótidos. La información codificadora de proteínas está contenida en unidades de tres nucleótidos, conocidos como codones. Los diferentes codones especifican diferentes aminoácidos usados para fabricar una proteína.

Los cambios que se producen en la secuencia de nucleótidos son las mutaciones. Existen varios tipos de mutaciones, que varían según sus causas y sus efectos. Los cambios en nucleótidos individuales se conocen como mutaciones de punto (point mutation). Otros tipos de mutaciones ocurren cuando secciones enteras de ADN se pierden, o se duplican accidentalmente, o son movidas de un lugar a otro. Como notamos más arriba, los cambios genéticos también pueden resultar de factores epigenéticos, sin un cambio en la secuencia de ADN.

Los efectos de una mutación dependen de qué porción del ADN fue afectada. Algunas porciones del ADN no codifican para la síntesis de proteínas, y las mutaciones de estas porciones pueden tener muy poco o casi ningún efecto. Incluso mutaciones dentro de la porción codificadora (exon) de un gen pueden tener efectos diferentes. Por ejemplo, una mutación de punto puede convertir el codón anterior a un nuevo codón. Si los dos codones representan al mismo aminoácido, se dice que la mutación es una substitución sinónima. Las substituciones sinónimas no tienen ningún efecto sobre la función de la proteína. Si el nuevo codón especifica un aminoácido diferente, el cambio es una substitución no-sinónima. Si las propiedades químicas del nuevo aminoácido son similares a las del antiguo aminoácido, puede ser que la proteína producida sí funcione, aunque quizá con su eficiencia algo alterada. Si se usara un aminoácido con propiedades químicas diferentes, puede ser que la proteína producida por el gen no funcione para nada.

El efecto de una mutación también se determinará según qué porción de la molécula de proteína sea afectada. Las proteínas tienen una estructura interior que le da forma a la molécula y una superficie que determina sus propiedades de unión. Algunas partes de la proteína son más sensibles a las mutaciones que otras.

En adición a los factores discutidos, los efectos de una mutación dependerán de qué tipo de gen sea afectado. Parte del ADN codifica proteínas reguladoras involucradas en controlar la actividad de otros genes. Estos genes se conocen como genes reguladores. Las mutaciones en los genes reguladores podrían tener efectos a gran escala. Por otro lado, algunos genes pueden tener roles menores en las células, y las mutaciones que los afecten tendrán efectos menores.

El desarrollo embriológico está bajo el control genético, y las mutaciones en los genes que regulan y controlan el ritmo de los eventos durante el desarrollo del embrión pueden causar cambios morfológicos significativos. Heterocronía es el término que se usa para expresar cambios en el ritmo de ocurrencia de los procesos de desarrollo. Los científicos tienen mucho que aprender sobre el control genético del desarrollo. Por ejemplo, las diferencias en el momento correcto para la osificación de las suturas del cráneo, pueden explicar el origen de algunas variaciones morfológicas tales como se aprecian entre algunos géneros de perros o peces.

El enfoque actual descrito más arriba se basa en cambios en las secuencias de AND, pero ahora se cree que otros factores “epigenéticos”, juegan un papel importante en producir variación. Por ejemplo, los genes se pueden activar o reprimir a través de varios factores, tales como cambios químicos en las proteínas de los cromosomas asociadas con el ADN. Aún el tipo y cantidad de proteínas y ARN en el huevo pueden influenciar la expresión de los genes.

Además, la variación puede resultar de un reacomodo de los genes existentes, creando nuevas combinaciones de genes. La mayoría de la variación que en realidad se ha observado puede deberse a diferentes combinaciones de genes ya existentes en los padres. Por tanto, el lector debería estar consciente que nuevos descubrimiento pueden cambiar las ideas presentadas aquí. Sin embargo, parece ser posible que los procesos descritos anteriormente continuarán considerándose como factores importantes en el cambio de las especies, a lo mejor ligeramente modificados por la información a descubrirse.

 

Causas de las mutaciones

Las mutaciones pueden resultar de un número de factores, tales como la radiación, radicales libres en las células, compuestos tóxicos, o errores durante la replicación del ADN. Otra causa importante en la mutación son los elementos movibles.

Los elementos movibles son secuencias de ADN que pueden cambiar de posición de un lugar en un cromosoma a otro. También se han denominado transposones o secuencias de inserción. Los elementos movibles pueden encender o apagar los genes y afectar su operación en otras maneras. Parecen tener el potencial para causar cambios rápidos en las especies.

La variablidad genética parece incrementarse durante momentos de estrés medioambiental. El estrés ambiental parece aumentar la actividad de los elementos movibles, como también la tasa de recombinación genética. Ambos procesos podrían rápidamente incrementar las tasas de mutación, promoviendo un cambio fenotípico veloz, especialmente en un ambiente cambiante y estresado.

 

Preservación de los cambios genéticos

Las mutaciones no se acumularán en una población a menos que los individuos portadores tengan éxito en sobrevivir y reproducirse. Las posibilidades que esto ocurra serán mejores si las mutaciones les confieren alguna ventaja.

En casi todas las especies, nacen más individuos de lo que el ambiente puede mantener. Excepciones a esta regla son las especies que se dirigen hacia su extinción. Los recursos ambientales son limitados, y solo pueden mantener un número determinado de individuos. Siendo que no todos los individuos pueden sobrevivir, muchos deben morir. ¿Qué determina qué individuos habrán de morir?

Debido a que las mutaciones producen variación dentro de una población, algunos individuos están mejor capacitados para sobrevivir y reproducirse que otros. Estos individuos “más aptos” dejarán mayor descendencia, y sus descendientes probablemente hereden esos genes favorables. A medida que los linajes más fuertes se expanden, los linajes más débiles declinarán y eventualmente desaparecerán. Aunque esto no funciona bien en cada caso individual, funciona poderosamente cuando se consideran los promedios. Por tanto, existe una tendencia a eliminar los individuos inferiores de una población.

El proceso de supervivencia y reproducción diferencial debido a las diferencias genéticas se denomina selección natural. Charles Darwin propuso que este proceso era suficiente para explicar cómo todas las especies han descendido con modificación desde un solo antepasado común. Muchos biólogos todavía piensan que esto es verdad, pero un gran número, aún de biólogos evolucionistas tienen serias dudas sobre atribuirle tal poder a la selección natural. Los creacionistas reconocen que la selección natural puede ser una fuerza poderosa que le ayude a una especie a evitar debilitarse cada vez más hasta extinguirse. Sin embargo, vemos la formación gradual de nuevos órganos a través de la selección natural, y parece ser dudoso que órganos parcialmente formados puedan proveer alguna ventaja a los que los poseen.

 

Las especies pueden haber sido diseñadas para poder adaptarse a los cambios del medio ambiente

El cambio ambiental parece ser algo inherente en la naturaleza, y los organismos deben adaptarse o morir. Un Creador sabio podría diseñar un organismo para que se adapte rápidamente al medio ambiente cambiante. Una manera de hacer esto sería diseñar un sistema genético que pudiese crear variabilidad genética en respuesta al estrés medioambiental. Esto se podría lograr de varias maneras. Una de ellas podría ser diseñar un gen “mutador”, tal como una ADN polimerasa que produce errores ocasionales. Otra manera podría ser diseñar interruptores genéticos que encendiesen o apagasen genes en respuesta a las condiciones ambientales. Una tercera posibilidad es que juegos enteros de genes podrían encenderse y apagarse según las condiciones del medioambiente. Sabemos que cada uno de estos mecanismos genéticos y algunos otros existen.

 

Circunstancias que promueven el cambio en las especies

Muchos biólogos creen que el cambio biológico ocurre en dos etapas: aislamiento reproductivo y divergencia genética. La velocidad del cambio dependerá del grado de aislamiento reproductivo, y de la tasa de cambio genético. En general, el cambio ocurre más rápidamente en las poblaciones que están aisladas, y en ambientes que favorecen la supervivencias de individuos con caracteres nuevos.

 

Aislamiento reproductivo

Dos poblaciones están reproductivamente aisladas si es que bajo condiciones naturales no intercambian genes. Los factores biológicos que previenen el entrecruzamiento se conocen como barreras reproductivas. Ejemplos de barreras reproductivas incluyen diferencias en la anatomía, conducta, estructura cromosómica, el desarrollo y el sistema inmune. El aislamiento geográfico por cierto no es un factor biológico, pero sí previene el intercambio de genes, produciendo el mismo resultado.

La más común definición de “especie” es una o más poblaciones que se entrecruzan que están reproductivamente aisladas de otros grupos similares. Cuando los factores biológicos hacen que dos poblaciones lleguen a aislarse reproductivamente, ha ocurrido la especiación, y se ha producido una nueva especie. Este concepto de “especie biológica” no es perfecto, porque no siempre podemos determinar si las dos poblaciones pueden reproducirse o no. Por ejemplo, no podemos poner a prueba el aislamiento reproductivo en los fósiles. Sin embargo, esta definición de especie es ampliamente aceptada, y es provechosa para nuestros propósitos.

La especiación y el cambio morfológico no son la misma cosa. Algunas especies son tan similares que no se pueden distinguir excepto por medio de medios microscópicos o moleculares. Sin embargo, la mayoría de las especies son morfológicamente diferentes, aún si fuera solo en un pequeño detalle. Esto se debe a que pequeños cambios ocurren constantemente, y las barreras reproductivas previenen que cambios en una especie se transmitan a otras especies. El resultado es la divergencia genética y morfológica.

 

Condiciones ambientales que promueven el cambio en las especies

El medio ambiente juega un papel importante en el cambio de las especies. En un ambiente estable, la competencia generalmente elimina los individuos que han variado. Sin embargo, si el ambiente cambia, la base para la competencia seguramente también cambiará, y los individuos portadores de nuevas combinaciones de genes o mutaciones pueden resultar favorecidos. Los cambios ambientales incluyen no solo factores físicos, sino también las interacciones con otras especies. Una especie puede cambiar en respuesta a la introducción o la extinción de otras especies. Por supuesto que si una especie no puede cambiar a la velocidad como ocurren los cambios ambientales, la especie probablemente llegue a extinguirse en ese ambiente. Pero si el cambio ambiental no es tan severo, una especie puede llegar a cambiar en unas pocas generaciones.

La supervivencia de los individuos que han variado también puede ser favorecida en una población que se expande rápidamente. La rápida expansión de una población (“explosión de la población”) puede ocurrir bajo diferentes circunstancias, tal como la invasión a un nuevo territorio propicio; un cambio repentino de las condiciones ambientales que promueven el crecimiento de la especie; y la recuperación luego de una catástrofe. Durante un período de rápido crecimiento de la población, la competencia intraespecífica probablemente sea baja, permitiendo que los individuos marginalmente adaptados sobrevivan y se reproduzcan. Si las presiones selectivas cambian durante la explosión de la población, una nueva morfología puede llegar a ser favorecida cuando se reestablezca el equilibro en la población.

Las islas oceánicas proveen las condiciones discutidas anteriormente que parecen promover el cambio y la especiación. Las islas oceánicas están geográficamente aisladas, y las poblaciones que se establecen sobre islas probablemente no puedan intercambiar genes con las poblaciones del continente. La población colonizadora original probablemente sea pequeña, pero puede expandirse rápidamente si las condiciones favorecen su supervivencia. Siendo que las islas generalmente son pequeñas, las poblaciones isleñas tenderán a ser pequeñas. Frecuentes fluctuaciones en el tamaño de la población, tales como las producidas por tormentas, pueden aumentar los efectos de explosiones o embotellamientos en las poblaciones. Los ambientes isleños frecuentemente difieren de aquellos en el continente. Las islas usualmente tienen pocas especies, y esto a menudo se traduce en menor competencia. Estos factores pueden explicar por qué las islas frecuentemente muestran patrones tan interesantes de especiación. Las islas oceánicas no son los únicos tipos de hábitats aislados. Los lagos actúan como islas si se consideran desde el punto de vista de los peces, y los bosques montañosos rodeados por desiertos pueden ser islas para los pequeños mamíferos.

 

¿Con qué rapidez cambian las especies?

La cantidad de tiempo requerida para que una especie cambie depende de la situación particular. Sin embargo, tanto la evidencia experimental como las observaciones de las poblaciones naturales sugieren que el cambio en las especies a menudo ocurre en corto tiempo. En general, esperaríamos que una población cambia más rápidamente cuando está aislada, y cuando la población se está expandiendo en un período de reducida competencia y depredación.

Es probable que las poblaciones pequeñas cambien más rápidamente que las poblaciones más grandes. Una razón para esto es que un cambio genético puede esparcirse más rápidamente a través de una población pequeña que en una población grande. Además, puede ser que una población pequeña se haya fundado por azar, por individuos con una combinación de genes que fuese rara en la población más grande. Tal población puede ser genéticamente diferente que la población originaria (paterna) en una sola generación. Las poblaciones pequeñas pueden formarse por dispersión aleatoria, o por un pequeño número de individuos sobrevivientes de una catástrofe ambiental. Cuanto más frecuente-mente se formen pequeñas poblaciones, mayor la posibilidad de que ocurra un cambio con rapidez.

Se han observado numerosos ejemplos de cambios en las especies. Por ejemplo, una nueva especie de copépodo se formó en el Salton Sea (‘mar salado’) del sur de California en menos de 30 años. Probablemente no existieron plantas de bananas en Hawaii hasta como hace unos 1000 años atrás, sin embargo existen especies Hawaiianas nativas de mariposas nocturnas que están restringidas a alimentarse de plantas de bananas. Estas nuevas especies aparecieron en menos de 1000 años. Una población de monos verdes ha vivido en la isla de St Kitts en el Caribe por menos de 100 años, pero ha desarrollado caracteres morfológicos equivalentes a una nueva especie. La capacidad para el cambio rápido se confirma tanto por la experimentación como por la observación en la naturaleza.

Podemos observar los cambios en las especies, y podemos explicar bastante su funcionamiento. Pero ¿cuánto cambio es posible? ¿Podemos identificar los límites del cambio? ¿Y cómo encaja el cambio de las especies en nuestra comprensión creacionista? A continuación consideraremos estas preguntas.

 

El cambio parece tener límites

Muchos creacionistas sienten que las especies deben haber cambiado considerablemente desde su creación. Ciertamente Dios no hubiese creado especies de aves con alas demasiado débiles para volar, tal como ciertas gallinetas no voladoras, ni tampoco lagartos con patas demasiado débiles para poder caminar, como ocurre en ciertos tipos de skinks (escincos o eslizones= familia Scincidae). La violencia tan característica de muchas relaciones ecológicas actuales no parece encajar con la descripción del estado original de la creación. Las especies deben haber cambiado de muchas maneras desde la creación. Pero ¿cuánto cambio es posible? Los estudios sobre selección experimental y las observaciones en las poblaciones naturales deberían ser la mejor manera de responder estas preguntas.

 

Las observaciones de cambio en las especies sugieren límites

Las especies usadas en experimentos de selección exhiben respuestas rápidas pero limitadas. Unas pocas generaciones de selección pueden producir cambios que son similares en magnitud a la diferencia entre dos especies. Sin embargo, a medida que la selección direccional continua, la velocidad del cambio decrece, y los individuos tienden a perder vigor. Esto sugiere firmemente que el cambio puede estar limitado.

Las observaciones en poblaciones naturales sugieren una conclusión similar. Las especies tienden a ser altamente variables en detalle, sin embargo muy similares en morfología general a través de todo el espectro, a pesar de diferencias significativas en hábitat y condiciones ambientales. Por ejemplo, el ratón ciervo (deer mouse) está ampliamente distribuido en Norteamérica, sin embargo muestra solo pequeñas variaciones morfológicas. Muchas otras especies tienen amplia distribución que incluye considerables diferencias ambientales, sin embargo los individuos en esos ambientes diferentes solo poseen diferencias menores.

 

Los patrones de especies fósiles sugieren límites al cambio

Aunque siempre se prefieren observaciones directas, los fósiles también sugieren límites al cambio en las especies. Cerca del 85% de las especies vivientes de mamíferos europeos se pueden encontrar como fósiles en los depósitos del Pleistoceno. Esto significa que estas especies han cambiado muy poco, a pesar de los cambios radicales ocurridos en el clima durante y desde la Era Glacial. Muchas especies fósiles de plantas, insectos, moluscos, etc., son bastante similares, aunque usualmente no idénticas a las especies vivientes. Estas similitudes persisten a pesar de cambios mayores del clima.

El patrón general de diferencias morfológicas entre los fósiles también sugiere límites al cambio. Los fósiles típicamente ocurren en grupos de especies con morfología similar. Dentro de una grupo, los individuos difieren en detalles anatómicos menores. Las diferencias entre los grupos son más pronunciadas. Este patrón sugiere que muchos tipos de organismos creados originalmente se han diversificado para producir un grupo de especies similares. Las brechas entre los grupos pueden indicar que las especies no han podido cambiar suficiente para llenar esas brechas.

 

¿Podemos calcular los límites del cambio?

No se ha desarrollado ningún método para cuantificar la cantidad de diferencia morfológica entre las especies. Podemos usar lenguaje cualitativo para describir los tipos de cambios que parecen haber ocurrido y tratar de estimar los límites del cambio, pero esto ha resultado muy difícil.

 

Las categorías taxonómicas no son buenos indicadores de los límites del cambio

Una manera de estimar la cantidad de cambio posible es usar las categorías taxonómicas. Por ejemplo, podemos decir que una especie tiene la capacidad de cambiar tanto como para producir una nueva especie pero no una nueva familia, o clase, etc. La simpleza de este método lo hace atractivo, pero no es muy satisfactorio. Una razón para esto es que las categorías taxonómicas se definen subjetivamente. No existe una base cuantitativa para decidir en qué categoría taxonómica poner a una especie particular. Esto se puede ilustrar con los pinzones de Hawaii.

Los pinzones de Hawaii proveen lo que parece ser un ejemplo de diversificación a partir de un antepasado común. Estos pinzones comprenden un grupo de más de 20 especies de aves, clasificadas en varios géneros. Varían bastante en la forma y tamaño del pico, y en el color. Algunas especies tienen largos picos curvados, otras especies tienen picos cortos y gruesos, y se conocen muchas especies con picos de formas intermedias. Sin embargo, en su estructura interna las especies son muy similares, y parece ser que comparten un antepasado común.

¿Qué categoría taxonómica se representa con los aparentes cambios entre los pinzones de Hawaii? Ciertamente se han producido nuevos géneros, pero ¿qué categoría taxonómica debiera usarse para todo el grupo en total? Algunos taxónomos los han colocado en una familia separada, la Drepanididae. Otros los han considerado una subfamilia de la familia del canario (Fringillidae). Una clasificación reciente los coloca como una tribu en la familia del canario. La naturaleza subjetiva de la clasificación hace que el uso de las categorías taxonómicas sea un método no satisfactorio para describir los límites de cambio en las especies.

 

La estabilidad de los planes corporales

El plan corporal de un organismo se refiere al arreglo de sus partes anatómicas. Las especies parecen ser muy estables con respecto a sus planes corporales, y esto podría representar una limitación al cambio. Por otro lado, la estructura enzimática parece estar sujeta a cambios rápidos, así como también los caracteres morfológicos menores. Parece ser que el plan básico del cuerpo no cambia, pero que características menores pueden cambiar para producir una variedad casi infinita en los detalles. Sin embargo, los planes corporales difieren hasta cierto punto, y no existe un método cuantitativo para poder compararlos.

Al presente, no disponemos de un método científico confiable para estimar los límites del cambio, aunque parece razonablemente claro que existen límites. En lugar de pasar más tiempo intentando definir los límites al cambio, examinaremos maneras en las que uno podría identificar especies que han descendido de un mismo antepasado o de diferentes antepasados.

 

Identificando los grupos creados en forma separada

Muchos diferentes tipos de especies fueron creados desde el comienzo. Desde la creación, ha ocurrido diversificación y extinción, de modo que las especies que vemos hoy forman un patrón de grupos aislados de especies. Cada grupo representa un linaje separado que ha descendido de la creación original. Algunos creacionistas usan el término baramin para cada uno de estos linajes creados en forma separada. La identificación de los diferentes baramin y determinar qué especies pertenecen a cada baramin es una cuestión muy interesante para la investigación creacionista.

 

La inferencia de ancestros separados

Muchas de las similitudes entre las especies pueden deberse a un diseño en común, mientras que otras pueden resultar de una descendencia en común. Un buen diseño puede ser provechoso en más de un tipo de organismo. Muchas características de la estructura y metabolismo celular son similares en casi todos los organismos. Estas características se pueden explicar como resultado de las operaciones de un solo Diseñador. Por otro lado, se espera que las especies que han descendido de un antepasado común retengan muchas similitudes. Por tanto, algunas similitudes entre las especies pueden explicarse con el diseño en común, mientras otras se explican a través de la descendencia en común. Sería provechoso tener algunos criterios para poder decidir si dos especies comparten un antepasado común, o tienen ancestros separados.

A continuación presentamos tres sugerencias para poder identificar un ancestro común. Primero, la habilidad de hibridizarse probablemente indique un antepasado común. Si dos especies no se pueden hibridizar, se necesitará información adicional. Segundo, el solapamiento morfológico (coincidencia) podría indicar un antepasado en común. Si dos especies tienen individuos que forman una secuencia morfológica continua, probablemente compartan un antepasado común. Donde sea posible, deberían usarse los fósiles para aplicar este criterio. Tercero, el desarrollo embrionario podría proveer otro criterio sobre el ancestro. Si dos especies tienen trayectorias de desarrollo que se superponen, probablemente compartan el mismo ancestro. Si las trayectorias del desarrollo fuesen diferentes, se necesitaría información adicional.

Además se necesitan criterios para identificar ancestros separados. Detallamos tres sugerencias. Primero, dos o más especies con planes corporales o caracteres morfológicos diferentes y singulares, probablemente tengan antepasados diferentes. Diferentes funciones singulares de genes también podrían indicar ancestros separados. Segundo, si dos especies pertenecientes a grupos que son diferentes y están separados a través del registro fósil, probablemente tengan antepasados diferentes. Si se conocen fósiles que son intermediarios entre los dos grupos, se necesitaría información adicional. Si solo se conocen unos pocos fósiles intermediarios, y no forman una serie directa de antepasados y descendientes, probablemente tengan diferentes ancestros. Tercero, las especies con diferentes trayectorias de desarrollo podrían tener diferentes ancestros. El uso del desarrollo embrionario para identificar ancestros separados podría resultar más provechoso cuando los mecanismos de desarrollo se comprendan mejor.

 

La especiación después del Diluvio

Las Escrituras describen una catástrofe global que destruyó un gran número de organismos, cambió la superficie de la Tierra, y alteró la ecología mundial. Aunque tenemos muy poca información sobre este período, parece ser posible que la época inmediatamente después de esta catástrofe proveería las condiciones ideales para rápidos cambios y especiación. A continuación describimos algunas ideas de cómo pudo haber ocurrido esto.

De acuerdo a Génesis 7:22 los animales que fueron completamente destruidos fuera del arca eran aquellos que caminaban sobre tierra firme y respiraban por sus fosas nasales. Describiríamos este grupo como los vertebrados terrestres. Aparentemente, los vertebrados terrestres sólo sobrevivieron el diluvio dentro del arca. Todos los demás organismos, o sobrevivieron el diluvio afuera del arca, o se extinguieron. Las plantas, los organismos marinos, y los invertebrados terrestres pueden haber sobrevivido afuera del arca.

Aunque la mayoría de los invertebrados y organismos marinos fueron destruidos por la catástrofe, algunos de ellos sobrevivieron en pequeñas poblaciones dispersas. Los organismos acuáticos hubiesen sido acarreados por las corrientes, posiblemente resultando en la dispersión de pequeños grupos de sobrevivientes a muchos sitios aislados con diferentes condiciones ambientales. Lo mismo podría haber ocurrido con grupos terrestres tales como los insectos, lombrices de tierra, y otros invertebrados. Las plantas también habrían sido movidas de un lugar a otro por las aguas y dispersadas por las corrientes. Diferentes poblaciones de sobrevivientes habrían experimentado diferentes condiciones ambientales. Los cambios genéticos en muchas de estas poblaciones aisladas podrían rápidamente producir nuevas especies.

Los vertebrados terrestres que se salvaron en el arca también fueron pocos en número. Después que los animales fueron liberados del arca, probablemente encontraron abundante alimento, bajos niveles de depredación, y muy reducidos niveles de competencia. Estas condiciones habrían promovido rápidos aumentos en el tamaño de las poblaciones. Las condiciones ambientales habrían sido inestables a medida que los procesos geológicos y climáticos conducían la tierra hacia un nuevo estado de equilibrio. Los procesos geológicos tales como volcanes, terremotos y cambios del nivel del mar hubiesen afectado el clima, creado y removido barreras para la dispersión, y producido muchas más catástrofes localizadas que tenderían a aislar las poblaciones de las especies en dispersión. El clima de la tierra estaría cambiando rápidamente a medida que los mares continentales se secaban, y se establecían nuevos patrones de corrientes atmosféricas y oceánicas. Estas condiciones se habrían combinado para promover rápidos cambios en las especies. Se podrían producir numerosas nuevas especies en un tiempo relativamente corto.

 

¿Es el cambio en las especies consistente con la Biblia?

Algunos creacionistas podrán sorprenderse de cuánto parecen haber cambiado las especies desde su creación. No haber interpretado correctamente el término “según su naturaleza” en Génesis ha llevado a algunos a suponer que los animales no podían cambiar significativamente. Sin embargo, una lectura cuidadosa muestra que el texto en realidad no dice nada sobre si las especies pueden o no pueden cambiar. En su lugar, el texto indica que Dios creó muchos tipos diferentes de organismos durante la semana de la creación. Por otro lado, Génesis claramente declara que ocurrirían cambios (Gén. 3:14,18), y Pablo escribió que toda la creación “gime a una” (Rom. 8:22) como resultado del pecado. La idea de que las especies permanecen fijas no es una idea bíblica, sino una derivada de la filosofía de los antiguos Griegos. La Biblia no pone ningún límite sobre cuánto pueden cambiar las especies; simplemente declara que Dios creó muchos tipos en el comienzo. Por lo tanto, el cambio en las especies encaja bien con la teoría de la creación.

 

Conclusión

La evidencia de la observación y de la experimentación demuestra que las especies pueden cambiar. Nuevas especies, y aún nuevos géneros, pueden formarse. Sin embargo, la evidencia indica que existen límites sobre cuánto cambio es posible. No existe ningún método para cuantificar las diferencias entre las especias, y por lo tanto no podemos especificar los límites del cambio, aunque la evidencia presente sugiere que no se forman nuevos órganos, y que los planes corporales no cambian.

Similitudes entre las especies pueden ser resultado de un diseño en común o descendencia de un antepasado común. Los criterios propuestos para identificar que especies tienen un ancestro en común incluyen la habilidad para hibridizarse, morfologías solapadas, y trayectorias de desarrollo comunes. Se sugieren ancestros separados para grupos con características únicas, funciones génicas especiales particulares, o un programa de desarrollo singular.

La recuperación luego de las condiciones catastróficas del diluvio del Génesis proveyeron condiciones ideales para cambio muy rápido. Poblaciones pequeñas, un ambiente cambiante, y la reducida competencia y depredación tenderían todas a promo-ver el cambio en las especies. La evidencia experimental indica que las especies pueden cambiar rápidamente, pero no mucho, por lo menos a través de mecanismos conocidos. La teoría de la creación acepta la evidencia experimental del cambio en las especies, sin embargo rechaza la presuposición de un ancestro común para todos los organismos vivientes.

El cambio en las especies es parte de la teoría de la creación. El desarrollo de métodos para identificar la cantidad de cambio, e identificar cuáles especies son descendientes de un tipo creado en particular, proveen interesantes oportunidades de investigación para los creacionistas.

 


L. James Gibson (Ph.D., Loma Linda University) es el director del Geoscience Research Institute, Loma Linda, California, EE.UU.

 

Fuente del artículo: http://grisda.org/espanol/ciencia-de-los-origenes/ciencia-2010-2014-new/ciencia-de-los-origenes-junio-2011-no-81/una-vision-creacionista-de-la-diversidad-y-el-cambio-en-las-especies